sábado, 17 de septiembre de 2011

Mariposa.

¿Qué me pasa?... Logro ver mis pies ligeramente despegados del suelo,
¿Estoy alucinando? Quizás es mi deseo de sentirme en el aire lo que me
hace ver lo que mi cabeza anhela.
Piernas, necesito que me respondan ¡No quiero entrar a ese lugar!¡Tengo
miedo! Por favor...¡Quiero regresar!
Creo que esto no va más de mi imaginación... Toda mi vida envidié el vuelo
y aleteo de las mariposas modelando por los cielos y cubriendo las calles
con sus colores; ansié su libertad y belleza asombrada de su ligereza.
Lo comprendo, he sido injusta; he visto lo hermoso de ellas y me senté a envidiarlas,
acumulada tengo la cabeza de celos al ver ese precioso modelar en ese coqueteo eterno
con el viento. ¡Pobrecilla! El viento golpeó sus alas tan duro que su cuerpo terminó
con múltiples lesiones, el mismo viento maltrató su cuerpo y con su dolor cubrió el suelo.
Oh, hermoso milagro ahora me haces ver mi error...
Mis pies se han encogido y donde estaban mis perfectos brazos, listos para sujetar la geometría del mundo; Han crecido alas. ¡Estoy asustada!
Nunca pensé que tener alas fuese tan incomodo, ¿Cómo hago para peinar mi cabello si no están mis manos? Esperen, ¡No tengo cabello! Debo estar soñando, pellízquenme... No tengo dedos.
El viento me empuja hacia un enorme muro cubierto con enredaderas naturales, las cuales
se encuentran abrazadas con espinas. Mis alitas son tan débiles que terminaré con un daño inevitable y mi peso corporal es tan pequeño que no puedo volar contra del viento...

Por favor... ¡Quiero despertar de esta pezadilla!...
Ya no quiiero ser una hermosa y delicada mariposa.





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